Texto escrito por: Gabriel SymeDobrynya Nikitich — Добрыня Никитич— fue un bogatyr —ruso богаты́рь, del turco baghatur— o vityaz’ —ruso витязь, del escandinavo antiguo vikingr—, es decir, un guerrero medieval ruso en un estilo muy similar al de los caballeros andantes de Europa occidental. Dobrynya compartió fama con Alyosha Popovich, quien también matara un dragón —Tugarin Zmeevich—, e Ilya Muromets, quien recibió su increíble fuerza del gigante Sviagator, como recordarán quienes disfrutaron en su momento de Oros viejos de Herminio Almendros.
Dobrynya debe su fama principalmente a haber dado muerte al dragón Gorynich —la sierpe Gorynich, como quería el doblaje— en singular combate. El muñequito lo presenta como un tipo duro con aspecto de viking —testimonio de su ascendencia varega— que se dedica a romper rocas con su maza y a cazar especies protegidas en lugar de ayudar en casa. Su madre, mientras, que no cesa de hilar en la rueca, sigue las aventuras de su hijo en una palangana llena de agua donde ocasionalmente cae una gota de cera de una vela.
Dobrynya finalmente tropieza con los desmanes causados por Gorynich y decide tomar cartas en el asunto para proteger al pueblo ruso. El torbellino que es Gorynich cuando no está quieto es uno de los puntos altos de un dibujo animado que no destaca por la calidad de su animación; esa corriente arremolinada rojiza resulta más amenazadora que cualquier imagen del dragón detenido, al igual que, más adelante, resultan más sugerentes los ojos que acechan desde la caverna que la bestia que por fin sale de ella. Y es que en lo fantástico, mostrar el peligro suele ser menos eficiente que insinuarlo.
El héroe sigue el rastro de los destrozos hasta llegar a la tierra donde habita el dragón, un yermo que tiene algo de paisaje submarino y algo de pesadilla. Tras un ajustado combate donde primero es despojado de su escudo y más tarde se quiebra su espada, consigue cortar dos de las cabezas de la sierpe y, con su látigo, poner fuera de combate a la cabeza que queda. Cuando penetra en la caverna del dragón, encuentra encadenados a las personas desaparecidas, que se van iluminando paulatinamente. Esa imagen, lo descubrí mientras la veía, era mi único recuerdo de “Dobrynya Nikitich”.
Este dibujo animado, realizado en 1965, difícilmente podrá considerarse como uno de los pináculos en animación dentro de las producciones soviéticas. Aún así, la estética tenebrosa del muñequito y su excelente partitura (pueden apreciar ambas gracias a la generosidad de Omar, que colgó el animado en YouTube), serían suficiente para intimidar a toda una generación de jovencísimos telespectadores. A veces con recursos muy simples se puede alcanzar un resultado espléndido.
Como nota de interés, cabe mencionar que Yuri Levitin, autor de la partitura, también compuso otros clásicos de los dibujos animados soviéticos: “La flor de los siete colores”, la versión original de 1948; “¿Quién es el primero?”, donde compiten dos ositos, un zorro y una liebre ciclistas; “Kashtanka”, que no precisa de comentarios; una versión temprana de “La princesa rana”; “La liebrecilla valiente”, que no debe confundirse con la liebre que rompe el tocón, y “Caso #...”, donde una hormiga, un zángano y dos mariposas son convencidos por una araña para tratar de robar un panal con malas consecuencias para todos.
Los historiadores sugieren que el personaje mítico de Dobrynya evolucionó a partir de un jefe militar eslavo-varego del mismo nombre, que condujo los ejércitos de Svyagator el Grande y educó a su hijo bastardo y heredero del reino, Vladimir I de Kiev. La habilidad como educador del Dobrynya real ha sido puesta en tela de juicio por algunos, habida cuenta que su educando decidió en el año 988 convertirse al cristianismo y renunciar a su harén de ochocientas concubinas para casarse con la hermana del emperador de Bizancio, que se llamaba Ana. Algunos podrán decir que hizo un buen negocio ya que Bizancio era el no va más de la época; yo no puedo dejar de preguntarme cuál habrá sido el destino último de esas pobres, y seguramente decepcionadas, ochocientas muchachas, pero igual es que soy un sentimental.
Gracias a la generosidad de Omar pueden ver el muñequito en 2 partes en los siguientes enlaces:
parte 1parte 2